El spot se hace cine y carnalidad

La relación entre Cinematógrafo y Publicidad ha estado siempre ligada en una simbiosis de mutuo acuerdo. No por estar dirigidos casi exclusivamente a una emisión televisiva, los spots publicitarios se graban en sistema videográfico, sino todo lo contrario. Toda aquella producción publicitaria que se precie, en la que no existan problemas por parte del anunciante de temidos presupuestos ajustados, rodará sus spots siempre en sistema cinematográfico de 35 mm. A su vez, el cine y sus productos, las películas, necesitan de la publicidad para darse a conocer. Qué sino el trailer no es más que un spot publicitario, el cual ofrece al espectador un nuevo producto de entretenimiento para su consumo en cines y televisores hogareños.

La excelsa calidad de imagen que presenta el Cine es todavía inigualable a la calidad que puede ofrecer el Vídeo. Qué duda cabe que el vídeo digital, el vídeo HD y la postproducción de tecnología informática, han dado pasos de gigante en esto de la calidad de imagen y sonido. Pero sigue ocurriendo lo que hace décadas ya ocurría desde que el vídeo comenzó a despuntar. Lo único que el vídeo digital puede hacer es IMITAR la textura cinematográfica, pero jamás IGUALARLA, y lo que es más importante, SUPERARLA.

Es una cuestión de formatos; de física y de química; de apreciación y retención retiniana; de glamour conseguido a lo largo de los años; de mayoría absoluta de edad, la cual conlleva a sus espaldas experiencia y resolución. El vídeo, con su formato magnético para realizar la grabación de las imágenes, jamás podrá impresionarlas con tan sólo el efecto de la luz, como sí puede hacerlo el cinematógrafo con el celuloide de sales de plata. Éste rueda a 24 fotogramas por segundo para capturar, para impresionar en el negativo, el espacio/tiempo. Nuestro torpe ojo hará el resto del trabajo para recibir la sensación de movimiento en su proyección.

Claro está que con esta resignación adquirida, el Vídeo y la Televisión nunca han perdido a su referente el Cine, en el mismo Norte y Epicentro del Audiovisual. Siempre que pueden lo utilizan para conseguir el efecto buscado, el glamour incondicional, la verdadera esencia de lo clásico y maravilloso, como sólo lo puede ofrecer su progenitor el Cine.

Para ello se han realizado innumerables obras sobre el Cine dentro del Cine, la Televisión en el Cine, el Vídeo dentro del Cine, y así hasta diferentes combinaciones para seguir demostrando que la solera del Cinematógrafo no es cosa inventada por unos locos.

En una de esas combinaciones podemos incluir a la Publicidad que se hace Cine. Al Spot que se hace Cine y carnalidad manifiesta por la actriz de la Gran Pantalla, que desde antaño ilusiona con su presencia. A la ilusión hecha realidad desde la mágica pantalla, que deslumbra a los pobres mortales con sus fulgurantes destellos. Al glamour y al deseo convertidos en inmortales a través del celuloide, el cual es capaz de transformar al personaje de ficción en admiración de masas. Al actor en artista inmortal.

Así, con este spot quedaría palpable la transposición del personaje en producto, del producto en artista, del artista en deseo carnal y glamour inmortal, que únicamente puede conseguir y proyectar el Cine. Qué se puede decir ante Elizabeth Taylor, una de las pocas actrices vivas que ha conocido y protagonizado los tiempos del Glamour más auténtico y laureado de Hollywood. Qué se puede decir ante la primera Cleopatra de ojos color violeta... Qué se puede decir de aquella gata que paseaba sobre el tejado de zinc caliente, que no lo diga ya el propio Cine...
Que no lo diga ya el verdadero significado del glamour: el encanto sensual que fascina...



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